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Cómo descodificar el programa de investidura de Rajoy Ej.. decir que hay 5 millones y medio de parados pá decir pronto que solo hay 5


Cómo descodificar el programa de investidura de Rajoy

nuevatribuna.es | Joan Coscubiela | Actualizado 22 Diciembre 2011 – 08:17 h.

Rajoy es ya Presidente del Gobierno y continúa oculta una buena parte de su programa. Es cierto que durante el debate de investidura presentó las líneas de su acción de gobierno. Pero es más cierto aún que lo hizo con un deliberado desequilibrio entre sus contenidos. Algunas cosas, que el PP considera que son de buen escuchar, como pensiones y ayuda a las PIMES, las concretó ampliamente.

Otras, la mayoría, que contienen medidas de ajuste duro, simplemente las enumeró, cuando no las camufló. Además utilizó todo tipo de eufemismos y trampas para que la ciudadanía no pueda calibrar plenamente la dimensión de su programa de gobierno.

Se trata de una técnica que tiene mucho que ver con la concepción que algunos partidos tienen de la política, la de las cosas de la política y no la de la política de las cosas y, sobre todo, de las personas.

Como quiera que considero que entre mis obligaciones como diputado están las de acercar el Congreso a las personas, me he planteado la posibilidad de intentar descodificar algunas de las claves del programa de investidura del Sr. Rajoy y de su Gobierno.

Dada la extensión de esta tarea, me ha parecido más prudente desglosarla en diferentes entregas.

Para la primera reservo la descodificación de lo que es el diagnóstico de la situación económica y la exposición de los grandes ejes. En sucesivas entregas intentaré desglosar las propuestas más significativas.

La clave para la descodificación del diagnóstico del Sr. Rajoy no está en lo que dijo en su intervención, sino en lo que omitió deliberadamente.

ANÁLISIS DEL PARO

Como es obvio, parte del análisis del paro. Y aquí ya aparece la primera trampita. Sitúa un volumen de personas paradas de 5.400.000 (23%) basándose en los datos armonizados de la UE y en los del Servicio Público de Empleo (antiguo INEM) que dan un volumen de parados muy superior al de la EPA. El Sr. Rajoy ha escogido la peor de las bases estadísticas sobre paro, pensando así que pronto va a poder presentar algunas mejoras.

EQUILIBRIO PRESUPUESTARIO IGUAL A AJUSTE EN EL GASTO, OLVIDANDO LA MEJORA DE LOS INGRESOS

En todo el diagnóstico se refiere a la necesidad de conseguir equilibrio presupuestario como sinónimo de recorte de gastos. Ignorando deliberadamente que el equilibrio se puede conseguir actuando sobre los gastos y también sobre los ingresos.

Intentar que las personas identifiquen equilibrio presupuestario con reducción de gastos es la mejor manera que la ciudadanía asuma acríticamente los recortes y, sobre todo, no hacer –como no ha hecho- ni una sola mención a cómo mejorar los ingresos.

Para justificar la necesidad del equilibrio presupuestario va a buscar dos muletas, externas a su responsabilidad. Una, los recientes acuerdos de la cumbre europea.

Y la otra, la reforma de la CE impulsada por el PSOE y avalada por el PP (que inmenso regalo le hizo el Sr. Zapatero a la estrategia de ajuste duro del PP).

Si la necesidad del equilibrio viene impuesta por Bruselas, se dice y además se inició durante el Gobierno Zapatero, es evidente que la responsabilidad del Sr. Rajoy queda camuflada.

CUANTIFICACIÓN DEL AJUSTE

En la cuantificación de ajuste de nuevo utiliza otra “habilidad”. Cita los datos de 65.000 millones de euros de déficit (6% del PIB) facilitados por la Sra. Salgado y en base a ellos cuantifica el desajuste entre ingresos y gastos en 16.500 millones de euros.

Ello merece dos comentarios: como quiera que el cierre del Presupuesto del 2011 estará más cerca del 7,5% de déficit que del 6%, esto va a ser utilizado para justificar un ajuste mayor de los gastos.

Pero en la medida que en este diagnóstico no están cuantificados para el 2012 algunas de las promesas de su programa de investidura, como las mejoras de fiscalidad para las empresas, resulta evidente que la cantidad de 16.500 millones de euros de ajuste en los gastos será superada una vez se presenten los datos del Presupuesto. Ello sin olvidar lo más importante: ni una sola referencia a cómo mejorar los ingresos.

TRAMPAS EM EL DIAGNÓSTICO. COARTADAS PARA LAS POLÍTICAS

Ya en el diagnóstico, el Sr. Rajoy sitúa algunas trampas mentales para que sea más fácil colarnos después la ideología, en algunos momentos teología, de sus políticas. De momento me referiré a tres que me parecen muy significativas: Ajuste en el sector público, en la legislación laboral y en el sector financiero.

En su diagnóstico sobre la Función Pública, además de anunciar una profunda reforma sin concretar más, deja caer una idea tan falsa como perversa. La supuesta sobredimensión de empleo público en España, cuando los datos comparados con la UE dicen exactamente el contrario, que el nuestro es un país con una debilidad de empleo en el sector público, especialmente en el ámbito de prestación de derechos de las personas.

Esto le permite apuntar como medidas de urgencia para el 2012 la tasa de reposición cero en la función pública, o sea la no contratación de empleados públicos para substituir a los que cesen en su actividad.

Y sitúa una excepción en el ámbito de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado –toda una concepción de prioridades– y en los servicios públicos básicos. Este es un concepto indeterminado que deja el ajuste del empleo público en una calculada ambigüedad.

En relación a la reforma laboral es donde la trampa ideológica es de mayor magnitud, porque en el diagnóstico ya establece una relación causa-efecto que es falsa, entre legislación laboral y crecimiento del empleo.

Ya entraremos en más detalle; de momento se puede encontrar una explicación más detallada en mi intervención del día 19 de diciembre.

Por último, y en relación a la reforma del sistema financiero, no concreta mucho pero sí suficiente para saber por dónde pueden ir los tiros. En el diagnóstico habla de los inmuebles que han perdido valor y de los activos menos líquidos que los inmuebles (se refiere, sin duda, al suelo en poder de los bancos).

Que separe estos dos tipos de activos permite intuir hacia dónde puede ir la reforma financiera del Sr. Rajoy. Como quiera que ya se ha desmarcado, como el Sr. Botín, de la idea del “banco malo”, todo parece apuntar a una propuesta más camuflada pero construida sobre dos ideas claves.

El Sr. Rajoy va a propiciar una mayor concentración de los bancos en menos manos y el proceso va a contar con dinero público, bien directamente o bien a través de avales a la deuda que deban asumir los bancos que se queden con activos tóxicos.

Y nada descartaría que los activos más tóxicos (suelo, en algunos casos no urbanizable) pasen a ser gestionados por una entidad que, directa o indirectamente, esté financiada con recursos públicos.

http://www.nuevatribuna.es/articulo/espana/2011-12-22/como-descodificar-el-programa-de-investidura-de-rajoy/2011122208012400475.html

El dato de poner un curso más de bachillerato yo lo veo como una forma de que durante un año no se incorporen nueVos jóvenes a las filas del paro y así enmascarar las cifras del mismo dentro del siguiente año de ejecutarse la ley.

Es evidente también que si las anteriores reformas laborales no han creado empleo, la que se haga tampoco lo hará ya que el problema que tiene nuestra economía es de crecimiento no de productividad.

ARMAK de ODELOT

El discurso del nuevo Gobierno PDF Imprimir E-mail
Escrito por Juan Fco. Martín Seco
Sábado, 24 de Diciembre de 2011 06:18
En la foto Toxo y Méndez con la nueva ministra de trabajo del primer Gobierno RajoyNo es que quepa esperar mucho del nuevo Gobierno. Entre otras razones porque estamos enmarañados en esa trampa que es la Unión Monetaria, dentro de la cual a un país como España le va a ser imposible el crecimiento. Pero al menos sería de desear que sus actuaciones no empeorasen las cosas. Del debate de investidura y de algunas otras afirmaciones puede empezar a recelarse que sí, que todo puede empeorar porque van a martillear sobre los mismos clavos que el anterior Gobierno. Ahora, igual que antes, se manejan una serie de tópicos carentes de cualquier contenido económico.

 

Rajoy ya ha anunciado que va a acometer una nueva reforma laboral. Hoy, como ayer, la escusa es el alto nivel de paro. Pero los continuos cambios en el mercado de trabajo para deprimir las condiciones laborales nunca han creado empleo sino todo lo contrario. El abaratamiento del despido, como es lógico, lo único que facilita es que las empresas trasladen el coste de la crisis a los trabajadores, reduciendo la plantilla a la menor dificultad. Se usan dos argumentos contradictorios entre sí, pero los dos se utilizan para obtener el mismo resultado, desregular el mercado laboral. Por una parte, se afirma que más vale un trabajo precario que ninguno. Pero, por otra, que hay que abaratar el despido para eliminar la dualidad en los empleos. En realidad lo que se pretende es convertir todos los contratos en precarios, porque para hacer desaparecer la precariedad, la receta es muy sencilla, solo hay que eliminar, o al menos limitar legalmente, los contratos temporales.

El nuevo Gobierno, lo mismo que lo hizo el saliente, sitúa como objetivo número uno la lucha contra el déficit, pero parece que en ese propósito solo cuenta la partida de gastos y no la de ingresos, cuando ha sido principalmente la disminución de estos la que está generando la difícil situación actual de las finanzas públicas, debido, sí, a la crisis, pero también como consecuencia de las tres últimas reformas fiscales (dos del PP y una del PSOE) que, si bien en una primera etapa el fuerte crecimiento permitió que la recaudación se mantuviera en niveles aceptables, nada más comenzar la desaceleración se evidenció el daño infligido a la suficiencia del sistema.

Rajoy –junto al anuncio de duros ajustes en la partida de gastos– manifiesta su intención de reducciones fiscales a las empresas y a los llamados «emprendedores» como si ambas líneas de actuación no fuesen contrapuestas. Tal vez tras esa contradicción se encuentra la creencia ingenua en la efectividad de la curva de Laffer, es decir, la convicción taumatúrgica de que la bajada de tipos impositivos y el incremento de los gastos fiscales no se traduce en una disminución de la recaudación sino que incluso puede producirse un incremento, teoría peregrina que cosechó el fracaso más estrepitoso desde el primer momento de su aplicación con el gobierno de Reagan, y que consiguió que el déficit público de EE UU se disparase durante sus años de mandato.

La pretensión de reactivar la actividad económica mediante incentivos fiscales choca frente al hecho de encontrarnos inmersos en una crisis de demanda. Por mucho que se reduzcan los impuestos, los empresarios no invertirán, ni crearán empleo si piensan que no van a poder vender sus productos. Si hay que impulsar algo es la demanda y el consumo, y en todo caso, del lado de la oferta, el crédito.

La forma menos injusta de distribuir el coste de la crisis es acudiendo a los impuestos y, más concretamente, al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y al de Sociedades. Un incremento bien diseñado de estas figuras tributarias puede enjugar el déficit y al menos repartir la carga en relación a la renta y la riqueza de cada ciudadano, puesto que parece imposible que la asuman en exclusiva los responsables de la crisis. No afectaría a las clases más bajas (la mayoría de parados y pensionistas, mileuristas, etc.), que no están obligadas a declarar por el IRPF; todo lo contrario de lo que ocurre con el incremento del IVA, y no digamos con los recortes en los servicios públicos o en las tasas. Aun cuando hubiera que elevar todos los tipos, incidiría en mucha mayor medida sobre las rentas altas, sobre todo si se eleva el tipo marginal máximo para tramos superiores a los hoy existentes, si se engloban en la tarifa general las rentas de capital y si se reforma el Impuesto de Sociedades (en el sentido contrario al planteado por Rajoy), impidiendo que las grandes fortunas burlen el IRPF escudándose en formas societarias.

El nuevo presidente del Gobierno repitió insistentemente en la sesión de investidura que el Impuesto de Sociedades era la figura tributaria que más había reducido su recaudación. Cierto, pero no solo porque hay menos empresas que tengan ganancias, sino también porque a las empresas que tienen beneficios (y muchos beneficios, que también las hay) apenas se las grava, dado el cúmulo de exenciones y beneficios fiscales, entre otras la libertad de amortización, con la que se ha rodeado el impuesto. Se calcula que el tipo efectivo está en el 10%, en lugar del 30% a que asciende el nominal. Así resulta difícil corregir el déficit. Lo que parece no tenerse en cuenta es que la disminución, sea por el procedimiento que sea, del Impuesto de Sociedades no ayuda a las sociedades en crisis, puesto que no tendrán beneficios ni pagaran, por tanto, el gravamen; al igual que la reducción del IRPF no beneficia a las clases bajas de la población, que están exentas de declarar.

 

En la foto Toxo y Méndez con Fátima Báñez, la nueva ministra de trabajo del primer Gobierno Rajoy

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Fuente:  La República de las ideas

 

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