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Los líderes del euro, contra las cuerdas

Los líderes del euro, contra las cuerdas

P.B. (Berlín) / T.B. (París) / G.V. (Milán) / I.R. (Madrid)/ A.L. (Bruselas)
10:01 – 7/03/2011
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Ilustración: Anthony Garner

Llega en marzo la hora de la verdad para intentar resolver de una vez por todas la crisis financiera y de la deuda pública que desestabiliza el euro.

Y llega en un momento en el que los dirigentes de las cuatro mayores economías de Eurolandia -la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Nicolas Sarkozy, el jefe del Gobierno italiano Silvio Berlusconi , y el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero- están al borde del abismo.

El desplome de su popularidad, la proximidad de citas electorales de alto riesgo, y las cuentas que reclama la Justicia italiana siembran la coyuntura de una incertidumbre que desagrada a los mercados.

¿Serán capaces de encajar los golpes?

¿Les temblará el pulso a Merkel y a Sarkozy cuando más necesario es que empuñen con firmeza el timón del euro?

¿Evitarán Zapatero y Berlusconi que se termine de deteriorar la coyuntura en sus países, demasiado grandes para dejarlos caer pero también demasiado grandes para rescatarlos?

Merkel, zarandeada

Pese a los tantos que se apunta Angela Merkel por el crecimiento económico, su política de austeridad no convence ni dentro ni fuera de sus fronteras.

Sus vecinos europeos la critican desde inicios de 2010 cuando, con el rescate a Grecia, comenzó la debacle de la Unión Europea.

Sus duras condiciones para aprobar el fondo de rescate de países al borde de la quiebra -límite de la deuda pública, mayores sanciones para los países con alto déficit, retrasar la jubilación a los 67 años, vincular el ajuste de salarios con la competitividad de las empresas, etcétera- son interpretadas por muchos como un mero intento de imponer la doctrina germana.

Y se la acusa de falta de liderazgo y determinación en asuntos como el rescate griego; o porque su poco oportuna propuesta de que el sector privado participe de los rescates provocó dramáticas turbulencias en los mercados.

En su país, desde que formó Gobierno con los liberales en 2009, su popularidad no deja de caer. Y acaba de encajar un duro golpe al perder las elecciones regionales de Hamburgo, donde sus cristianodemócratas apenas sacaron un 21,2 por ciento de los votos.

La mitad que en 2008, y su peor resultado en tiempos de paz. Ya en mayo de 2010 perdieron los comicios del mayor Land del país, Renania del Norte-Westfalia, y con ellos la mayoría en el Parlamento.

Podría ser el principio del fin. Merkel y su coalición deben afrontar este año un maratón electoral, con hasta seis citas más en las urnas, incluidas las decisivas del Estado de Baden-Württemberg (baluarte de la CDU de Merkel desde su formación, y cuna de sus socios liberales).

Cada comicio será una prueba de fuego para una CDU cada día más debilitada por las riñas internas con sus socios liberales, y por la inevitable pérdida de confianza de su electorado.

El auge de los socialdemócratas, un afloramiento de partidos hasta ahora minoritarios -La Izquierda y especialmente Los Verdes-, y la pérdida de hasta siete pesos pesados en sus filas el año pasado terminan de complicarle el panorama.

Y este año ya han rodado las cabezas de Axel Weber, presidente saliente del Bundesbank y candidato descartado a presidir el Banco Central Europeo (BCE); y de Karl-Theodor zu Guttenberg, ministro de Defensa y uno de los primeros espadas del Gobierno, tras destaparse sus plagios en su tesis doctoral.


Sarkozy, eclipsado

Para Nicolas Sarkozy, 2011 iba a ser el año de su comeback. Superada la crisis económica, Francia empieza a crecer, aunque el paro siga siendo alto.

En noviembre, ganó el pulso a los sindicatos y reformó las pensiones. Todo parecía indicar que tenía el terreno despejado para encarar el último tramo de su mandato y prepararse para la reelección en 2012.

Pero se le han aguado los planes.

Sarkozy contaba explotar al máximo la presidencia de turno francesa del G-20 para tallarse una figura de gran estadista internacional, el único capaz de trazar la vía hacia un nuevo orden económico global.

En enero, dio una multitudinaria y pomposa rueda de prensa en el palacio del Elíseo para presentar su ambiciosa agenda.

Apenas un mes después, durante la primera cita del G-20 en París, no fue él, sino su rival número uno quien acaparó el protagonismo del encuentro.

Dominique Strauss Kahn, director del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el socialista francés más popular, monopolizó todas las miradas, pendientes de si confirmaba su candidatura a las presidenciales. Desde hace meses, todas las encuestas le dan ganador sobre Nicolas Sarkozy.

Al mandatario galo le han surgido otras dificultades. Su Gobierno está bajo el fuego de las críticas por su actitud ante las revoluciones en el Magreb y los países árabes.

Varios ministros, entre ellos el primer ministro François Fillon, han tenido que dar la cara por sus estrechas relaciones con Zine El Abidine Ben Ali, Hosni Mubarak o Muamar el Gadafi.

Y un grupo anónimo de diplomáticos criticó duramente en Le Monde la improvisación de la política exterior de Sarkozy, lo que acaba de costarle la cabeza a su ministra de Exteriores.

No es el mejor contexto para afrontar las elecciones cantonales de finales de marzo, última cita electoral antes de las presidenciales de 2012.

Las encuestas no le dan respiro a Sarkozy: su popularidad ronda el 30 por ciento desde hace más de un año y no logra despuntar pese a sus esfuerzos. Aunque esos mismos sondeos le dan como el candidato preferido de la derecha.

No todo está perdido. Peor están sus rivales socialistas, que han evitado una guerra fraticida como la de 2007, pero cuyas divisiones y rivalidades siguen a flor de piel.

Berlusconi, en paños menores

Sólo le faltaba la crisis de Libia al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.

El Constitucional le ha recortado la inmunidad, y en las próximas semanas le esperan cuatro juicios: tres porque lleva tiempo acusado de corrupción y fraude fiscal (las audiencias fueron el 28 febrero y el 5 de marzo, y la próxima será el 11 de marzo); y un proceso inmediato por prostitución de menores y abuso de poder que empezará el 6 de abril.

Su imagen, desgastada por meses de escándalos sexuales, ha recibido otro golpe por sus fuertes vínculos personales con Gadafi. Desde que en 2008 Il Cavaliere y el Coronel firmaron el tratado de amistad entre Roma y Trípoli, el dictador libio tiene en el dirigente transalpino a su gran aliado occidental y a un socio comercial privilegiado.

Berlusconi el año pasado recibió en Roma al líder africano con un extravagante ceremonial que provocó tanto escándalo como el vídeo que le muestra mientras besa la mano a Gadafi.

Y acaban de salir en la prensa italiana cablegramas de Wikileaks con duros comentarios de los diplomáticos americanos: «Berlusconi se ha ganado una reputación cómica, dañando la imagen de Italia».

El desgaste de su credibilidad internacional amenaza la economía italiana: en caso de tensión sobre los mercados de la deuda, el país (cuyo débito supera el 118 por ciento del PIB) está muy expuesto.

Según los últimos sondeos, más de la mitad de los italianos está convencida de que tiene que dimitir, y sólo tiene la confianza del 31 por ciento. Pero sus opositores -los centristas y la izquierda liderada por el Partido Demócrata- sólo lograrían una mayoría escasa en caso de elecciones anticipadas.

Un escenario que podría no revelarse tan hostil para Berlusconi, que en campaña electoral encuentra su entorno ideal: como comunicador, y por controlar un imperio televisivo y editorial, no tiene rival.

En vez de dimitir, prepara el contraataque: ha convencido a unos cuantos diputados de la oposición para que entren en su mayoría de Gobierno y así garantizar su estabilidad; piensa utilizar sus apoyos en el Parlamento para aprobar unas cuantas leyes que le vuelven a proteger de los fiscales; y, a través de sus televisiones y periódicos, está llevando adelante una campaña mediática que le retrata como perseguido por la magistratura.

Objetivo: sobrevivir a los escándalos y a la crisis para ser candidato en 2013 a presidente de la República.

Zapatero, amortizado

El caso español suma un debate abierto sobre la posible sucesión del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a los batacazos electorales pasados y a las malas expectativas en los comicios autonómicos y locales del próximo 22 de mayo.

En esta legislatura, es decir, desde que empezara la crisis en 2008, el Ejecutivo socialista acarrea ya tres derrotas: en 2009 en las elecciones europeas y gallegas y, en 2010, en las catalanas. Pero en 2009, el PSE llegó a la lehendakaritza en el País Vasco con apoyo del PP.

A futuro, el panorama electoral no pinta mucho mejor para un Zapatero que se ha visto obligado a dar un giro de 180 grados en muchas de sus convicciones políticas.

A la reacción tardía a la crisis, se han sumado en los últimos meses el mayor ajuste social de la democracia para evitar que España fuera intervenida como Grecia e Irlanda, una reforma laboral que abarata el despido -que terminó en su primera huelga general- y una reforma de pensiones que retrasa la edad de jubilación hasta los 67 años.

Todas las encuestas desde el verano presentan diferencias incluso de dos dígitos entre el PP y el PSOE. En el barómetro del CIS de enero, la nota que los ciudadanos ponen a Zapatero es su peor calificación desde que llegó a la Moncloa en 2004: un 3,30. Consuelo: la valoración del presidente de la oposición, Mariano Rajoy, es peor.

El pasado otoño, Zapatero se vio ante un posible adelanto electoral. Pero sobrevivió pactando con el PNV y Coalición Canaria.

Ahora, los barones del PSOE debaten sobre su sucesión y los presuntos candidatos se preparan para unas posibles primarias.

Los dos nombres que más suenan: el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, y la ministra de Defensa, Carme Chacón.

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