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El impago de la deuda como derecho frente a dictadura de los mercados en 2 pasos Auditoría, Acción y Anulación


El impago de la deuda como derecho frente a la dictadura de los mercados

Desde la oleada de ataques por parte de los “mercados” durante el pasado verano, se está desarrollando una versión ampliada de la burbuja de la deuda soberana, que está llevando este mecanismo de extracción financiera a una fase profundamente agónica.

Sin que hayan desaparecido las bajadas de calificación de la deuda soberana como vía para la apertura de espacios de alto beneficio financiero, también se han conectado de manera semi-automática las caídas de los valores bursátiles con la salida de fuertes flujos de capital hacia la compra de deuda alemana (nicho de seguridad) y de deuda periférica (nichos de altísimo beneficio).

El resultado es una retroalimentación continua de las diferencias entre los costes de la financiación alemana y los de los países de la periferia, punteada por ciclos de dos o tres días en los que se roza la estrangulación de economías en las que quedan pocos recursos y activos públicos que no estén ya en el punto de mira de los acreedores.

Grecia sigue siendo el ejemplo paradigmático, durante la segunda semana de septiembre la prima de riesgo sobre la deuda griega llegó a arrojar rentabilidades absolutamente desorbitadas de entre el 50% y el 110%.

Para hacernos una idea de la escala a la que se produce este proceso de desposesión, hay que recordar que el máximo interés que pagó el Estado griego por sus emisiones de deuda anteriores al verano de 2011 estuvo cercano al 20% y ha sido suficiente para una intervención de su economía.

En estas condiciones, el debate sobre el impago de la deuda se ha convertido en un asunto central para la política europea. De hecho, en buena medida, se puede considerar que el default (impago), al menos en Grecia, ya viene sucediendo desde antes del verano y que simplemente, desde la UE y el Gobierno griego se han venido buscando formatos adecuados (refinanciaciones, reestructuraciones, etc.) para venderlo como operaciones financieras rutinarias.

El pago de la deuda siempre es una variable política y los impagos, a su vez, son figuras políticas complejas cuyo significado depende en gran medida de cómo y quién los enuncia. Entre el “no nos pagáis” enunciado por los acreedores y la toma de posición “no os pagamos” hay un abismo simbólico y político.

Dicho de otra manera, mientras que el impago como iniciativa de la sociedad civil es una declaración de soberanía popular, el impago decretado por los acreedores refuerza el control de las instancias financieras sobre los activos y los flujos futuros de recursos.

Y esta es exactamente la pelea que se está disputando en Grecia, y que podría conformar el horizonte político inmediato de los demás países periféricos.

Frente a una ciudadanía que se rebela al pago de la deuda, afirma que “no pagaremos” y pide una auditoría democrática de la deuda, las instituciones de la Unión Europea y el FMI amenazan con declarar al país en quiebra si no se profundizan los programas de austeridad y privatizaciones.

Un campo de batalla que invariablemente viene asociado al impago de la deuda soberana, es el de la salida de la moneda común europea de aquellos países que declaren el impago de su deuda.

En gran medida, éste está siendo un argumento disciplinario utilizado por las instituciones europeas para amenazar a los países rebeldes con la desconexión del “caparazón” europeo y la exposición abierta a un poder financiero despiadado que la propia UE ha venido alimentando.

Pero también desde algunas posiciones “progresistas” se insiste en la salida del Euro como corolario inevitable del impago y como recuperación de instrumentos monetarios nacionales, especialmente la devaluación de la moneda, capaces de relanzar la competitividad sin necesidad de seguir hundiendo los costes salariales.

Sin embargo, en gran medida, la amenaza de la UE a sus estados miembros periféricos tiene un poso de verdad que la hace extraordinariamente efectiva.

Una serie de monedas nacionales más pequeñas serían terreno abonado para ataques especulativos sobre el tipo de cambio de una repercusión mucho más alta que los ataques sobre el euro y que, muy posiblemente, volverían a redundar en nuevas rondas de austeridad y privatizaciones.

Frente a este escenario, sería necesario desvincular el derecho al impago de la salida de la moneda única europea, interpretándolo como una figura de soberanía democrática europea antes que como un retorno a la soberanía nacional, expresada en una moneda propia.

Isidro López

http://www.observatoriometropolitano.org/

Nuestras tres A: Auditoría, Acción, Anulación

10 febrero 2012 | Categorías: Mercados Financieros | |

Damien Millet y Eric Toussaint – ATTAC Francia y CADTM

AAA… Estas tres letras que resuenan como una risa sarcástica designan la nota máxima concedida por las agencias de calificación. Una empresa o un Estado con nota AAA inspira confianza a los prestamistas y a los especuladores, y le permite pedir préstamos a menor coste.

Pero para obtener —o conservar— esta nota emblemática, los gobiernos europeos se aprestan a todo, y aplican políticas de rigor que no hacen más que someter sus economías a lo dictado por los acreedores. Detrás de estas AAA se esconden fuertes regresiones sociales, violaciones de derechos humanos, sangre y lágrimas para las poblaciones más frágiles.

AAA…es la risita de las hienas — los acreedores— cuando los derechos de los pueblos son sacrificados con la complicidad activa de los dirigentes de los países europeos, de la Comisión Europea, del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Central Europeo (BCE). Prestamistas y especuladores se arriesgaron en forma insensata, seguros que las autoridades públicas irían a rescatarlos en caso de crisis.

Hasta aquí tuvieron razón. Se pusieron en marcha planes de rescate de bancos, los Estados aportaron garantías por millares de millones de euros, los deseos de los acreedores fueron satisfechos. Los Estados gastaron sumas colosales para salvar los bancos antes de imponer planes de austeridad masivos.

Y contra estos planes, los pueblos se alzan a menudo con determinación. Manifestaciones, huelgas generales, movimiento de indignados, luchas sociales son portadoras de esperanzas cuando consiguen federarse a escala europea. ¡Pueblos de Europa, unámonos!

Desde hace tres décadas, las políticas neoliberales elevaron el endeudamiento a un nivel insoportable para las clases medias y modestas sobre quienes pesa lo esencial del reembolso.

La deuda pública de los países europeos tiene dos causas fundamentales: por una parte la contrarrevolución fiscal comenzada en los años 1980 que favoreció a los más ricos, y por otra las respuestas dadas por el Estado a la crisis actual, causada por las inversiones desbocadas de banqueros y de fondos especulativos.

La desregulación financiera suprimió las indispensables barreras, permitiendo la creación de productos financieros cada vez más complejos que condujeron a graves excesos y a una crisis económica y financiera mundial.

Ahora, las políticas aplicadas protegen a los responsables de la crisis y hacen pagar el precio a los pueblos víctimas. Es por eso que esta deuda es ampliamente ilegítima. Mientras dure la lógica actual, la dictadura de los acreedores podrá imponer incesantes retrocesos a las poblaciones.

Una Auditoría ciudadana de la deuda pública, acompañada de una moratoria sin penalización del pago, es la única solución para poder determinar la parte ilegítima, incluso odiosa de la deuda.

Es evidente que se debe llegar a la Anulación sin condiciones de esa parte ilegítima. Pero para que esto pueda suceder, los pueblos deben continuar con su movilización. Mediante la Acción, deben imponer otra política, que sea respetuosa de los derechos fundamentales y del planeta.

Esta Acción nos debe conducir a una Europa construida en base a la solidaridad y la cooperación que dé la espalda a la competencia y a la competitividad. La lógica neoliberal condujo a la crisis y ha revelado su fracaso.

Esta lógica, que subyace en todos los textos fundadores de la Unión Europea, con el Pacto de Estabilidad y el Mecanismo Europeo de Estabilidad a la cabeza, debe ser derrotada.

No hay que uniformizar las políticas presupuestarias y fiscales puesto que las economías europeas presentan fuertes diferencias, pero deben coordinarse para conseguir que surja una solución que promueva «hacia arriba» esas políticas. Europa debe también terminar radicalmente con su política de fortaleza asediada frente a los candidatos a la inmigración, para convertirse en un socio igualitario y verdaderamente solidario respecto a los pueblos del Sur.

El primer paso debe consistir en anular la deuda del Tercer Mundo de manera incondicional.

Como es evidente, es necesario derogar los actuales tratados europeos y reemplazarlos por nuevos, en el marco de un verdadero proceso constituyente democrático, que permita echar las bases de «Otra Europa».

Auditoría, Acción, Anulación, son las AAA que deseamos, la de los pueblos y no las de las agencias de calificación. Ponemos esta reivindicación en el centro del debate público para afirmar con fuerza que otras opciones políticas, económicas y financieras son posibles.

Pero solamente unas potentes luchas sociales permitirán el triunfo de las AAA de los pueblos, y un cambio radical de lógica que esté a la altura de los desafíos planteados.

Traducido por Griselda Pinero.

http://www.attac.es/2012/02/10/nuestras-tres-a-auditoria-accion-anulacion/?utm_source=dlvr.it&utm_medium=twitter

#15M #DRY De Obligadisima Lectura El lujo de tener 5 millones de parados


El lujo de tener 5 millones de parados

13 enero 2012 | Categorías: Nacional | |

 

Pedro Vaquero – ATTAC Granada

No podemos permitirnos el lujo de tener 5 millones de parados y paradas y no hacer nada por evitarlo. Porque eso es lo que está haciendo el gobierno. El pasado y el actual. Al revés: con las políticas que están poniendo en marcha el número de parados aumentará.

No puede ser de otra forma. Si se reduce el número de empresas públicas, fundaciones, entidades del sector público; si se contraen los presupuestos de las comunidades autónomas, los ayuntamientos, diputaciones; si se congela la oferta de empleo público; si se recortan los gastos públicos en 8.900 millones de euros, contrayendo prácticamente todas las partidas de los distintos ministerios… al menos se incrementará parados en el sector público. ¿O no?

Y si se congela el salario mínimo, se agravará el déficit actual de la Seguridad Social porque cada punto que no se incrementa el salario mínimo supone 50 millones que deja de recaudar el sistema público de pensiones, ya que el salario de dos millones de trabajadores viene determinado por el salario mínimo, aparte de los 134.000 que lo cobran directamente; con lo que se pondrán más dificultades al erario público para apoyar a la economía productiva a crear empleo.

Pero si además los 6.200 millones de euros que se recaudarán con la subida de impuestos va a servir para reducir la deuda (España tiene pendientes de pagar 130.000 millones de deuda pública en 2012, mientras que en 2011 tuvo que pagar 120.000), y no para impulsar políticas de relanzamiento de la economía, ya que el sector financiero sigue amartillando el dinero que le ha prestado el BCE al 1% en el propio BCE al 0’25% porque no se fía ni de su sombra, y no abre la mano del crédito ni de coña, entonces la recesión está servida.

Y en condiciones de menor creación de riqueza, de menor consumo e inversión, y el consiguiente frenazo de la economía productiva, el paro aumenta.

Jordi Sevilla lo decía en El Mundo anteayer mismo.

Pero es lo que según el diario Público (8/1/2012) llevan mucho tiempo diciéndolo expertos mundiales tales Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Raghuram Rajan, Jordi Gali, Thomas J.Sargent, Cristopher A.Sims, Costas Lapavitsas, Kenneth Rogoff, Jacques Sapir, Richar Koo, Martin Wolf, Wolfgang Munchau, Stephen Roach, Jeffrey Sachs y Jean Olivier Blanchard; todos y cada uno de estos economistas, con distintas concepciones ideológicas o posiciones matizadas, coinciden en una cosa: sólo con políticas de austeridad no vale, habrá que buscar la fórmula mágica para mezclar políticas de recortes con políticas de estímulo. Santiago Carbó (universidad de Granada) reprocha a los economistas (y se mete él mismo en el saco) que no han hecho nada por encontrar esa fórmula.

A Merkel y la política sigue de espaldas a esta realidad, cada vez más evidente. ¿O no lo proclaman a gritos los datos económicos? Pues las cifras del paro son elocuentes por sí mismas.

Y lanzan señales de socorro para que se ponga como primer objetivo de la estrategia económica la creación de empleo, antes incluso que el pago de la deuda, o lo que es lo mismo, la reducción del déficit público.

El número de parados en las oficinas del antiguo INEM (hoy se llama algo largo que viene a decir lo mismo: Servicios Públicos de Empleo, o sea, INEM) a finales de 2011 ha sido de 4.422.359 personas en paro, de los que sólo en 2011 se han generado 322.286, un 7’86% más que en 2010, año en el que a su vez había aumentado el paro en 176.470 personas.

Es el nivel más elevado desde 1996, año en el que arrancó la serie histórica de datos estadísticos comparables. Obviamente las cifras de 2010 e incluso del disparado 2011 son inferiores a los incrementos del número de parados de 2008 (999.416) y 2009 (794.640), que fueron los años más fuertes de la actual crisis económica.

Pero el que en 2011 haya vuelto a casi duplicarse el paro respecto de 2010, y el simple hecho de que siga creciendo por casi un tercio del millón de personas (la tercera mayor subida del paro en lo que va de crisis), es un dato tan alarmante, que viene a eclipsar la comparativa con los incrementos de 2008 y 2009, pues si en estos años se incrementó tanto el paro, en los siguientes no sólo no se ha logrado contrarrestar la deriva, sino que en 2011 volvemos a las andadas.

Respecto de los datos de paro de 2011 hay que destacar otros aspectos importantes:

1º) Que en diciembre de 2011 ha vuelto a crecer por quinto mes consecutivo 1.897 personas más, mientras que en diciembre de 2010 había bajado en 10.221 personas. Vamos, que desde agosto está creciendo el paro ininterrumpidamente (51.185, 95.817, 134.182, 59.536 y 1.897 parados más).

2º) Que la reforma laboral puesta en marcha en el segundo semestre de 2011 justo ha producido el efecto contrario al deseado, pues en vez de reducir el paro lo ha incrementado, o por lo menos ha coincidido el incremento del paro incesante con los meses de aplicación de la reforma laboral. Así lo reconoce la nueva Secretaria de Estado de Empleo, Engracia Hidalgo.

3º) El paro de 2011 subió algo más entre las mujeres que en los hombres, 165.736 de nuevas paradas (+8,1%), frente a 156.550 hombres (+7,6%); en total, 2.212.621 mujeres en paro y 2.209.738 hombres en paro.

4º) El paro subió en todos los sectores, y en especial en los servicios, con 240.590 desempleados más (+10,1%); construcción también incrementó el número de parados, pese a ser el sector más castigado en años precedentes, con 22.861 parados más en 2011 (+3%); el tercer colectivo en incremento de parados ha sido el de “sin empleo anterior”, que subió en 21.871 desempleados (+6,1%); el paro en agricultura aumentó en 19.132 personas (+15%); y en la industria repuntó en 17.832 desempleados (+3,6%).

5º) El número de contrato en 2011 se incrementó un 0’11% sobre 2010, hasta los 14.433.232contratos. Pero tan sólo 685.802 fueron contratos indefinidos a tiempo completo (un 11,77% menos que en 2010) y 424.361 a tiempo parcial (un descenso del 5,9%). El resto, 13’1 millones de contratos, fueron temporales o precarios.

6º) Los inmigrantes también sufrieron la lacra del paro en sus carnes, pues su índice de paro se incrementó un 3’3%, unos 20.065 parados más. En total, 625.903 inmigrantes estaban en paro al finalizar 2011.

7º) De los 322.286 parados más del 2011, 295.499 eran mayores de 25 años (+8,06%); los menores de 25 años incrementaron su número de parados un 6’2% hasta las 26.787 personas.

8º) Por CC.AA. fue Andalucía la que incrementó más su número de parados, 65.153 más; le siguió Catalunya con 51.571 más, Comunidad Valenciana 33.721 más, y Madrid con 26.781 más. Los menores incrementos los registraron La Rioja (2.975 parados más) y Navarra (3.935) parados más.

Con esta panorámica del paro en el año que se ha ido, ¿qué podemos esperarnos para 2012? Ya lo hemos dicho: más paro.

Si 2011 era el año en que el empleo iba a levantar cabeza y ha acabado siendo malo, 2012 será peor, y por tanto hay que esperar que se vuelvan a destruir unos 400.000 puestos de trabajo. España volverá a destruir empleo por quinto año consecutivo. Todo un récord.

En noviembre Ángel Laborda (Funcas) recogía la media de las distintos previsiones de los más importantes servicios de estudio y daba para 2012 una caída del empleo de 1’2%, y una tasa de paro del 22’2%.

Pero ahora las perspectivas han empeorado. Esos datos se daban cuando se esperaba que el déficit iba a estar en el 6%, más o menos, y hoy se sabe que está en el 8%, según dice el gobierno.

Así que hoy todos los estudios apuntan a una subida del paro por encima del 23% (el Instituto de la Economía Mundial sitúa el paro español en 2012 en un 23’6%), y una destrucción de puestos de trabajo entre 350.000 y 400.000 empleos. Con estas perspectivas, la duda es si llegaremos o no a los 5’5 millones de parados y paradas.

¿Qué hace mientras el gobierno? Entretenerse en prometer reformas laborales. Pero a estas alturas, ¿quién cree que una reforma laboral va a reactivar el empleo? Nadie en su sano juicio. Si se abarata más el despido habrá más despidos, no más contrataciones. Y punto.

Quizá emprenda el gobierno también una reforma de las prestaciones por . Los ultraliberales se lo piden sin pudor. No para incrementarlas, que sería lo normal, ya que hay un 1’7 millones de parados que ya no disfrutan de ninguna y la demanda está creciendo en los últimos meses. No, sino todo lo contrario, para recortarlas.

Porque, según dicen, el Estado se gasta en los parados una barbaridad de dinero público, dado el increíble aumento del paro.

En 2007 el Ministerio de Trabajo pagó en prestaciones de  14.780 millones de euros, un 1’4% del PIB, que se pagaban con las cotizaciones de empresarios y trabajadores.

Pero en 2008 las cotizaciones por no daban de sí para cubrir el gasto en este tipo de prestaciones sociales, pues los ingresos cayeron con el empleo, y las prestaciones crecieron hasta los 32.000 millones en 2010, de forma que el Estado ha tenido que poner ese año más de 15.000 millones de euros.

Sí. El paro seguirá creciendo en 2012, mientras que las prestaciones por desempleo seguirán faltando cada vez más para cubrir las necesidades de los parados y paradas.

Porque lo cierto es que si no se cambia de estrategia económica, de modelo económico, estamos condenados a sufrir esta depresión económica (se caiga o no en recesión, dure ésta todo el año 2012 o no) durante años.

Esto es una crisis económica a la japonesa, de las que no acaban nunca. Y cuando acaban, se vuelven a reproducir al poco tiempo. Es una crisis profundísima del capitalismo globalizado, y lo descabellado de la situación es que quienes dirigen el proceso de salida del túnel son los mismos que nos han metido en él.

Pero el problema del paro sólo lo conocen -porque lo viven- los parados. La angustia que genera, las dificultades para la supervivencia económica de ellos y sus familias, las secuelas psicológicas y sociales que conlleva el drama del paro para sus víctimas, eso no interesa a los economistas que sólo se fijan en las grandes cifras macroeconómicas como eso, como meras cifras, sin reparar que detrás de ellas existen personas que lo pasan mal sin tener ninguna culpa en la génesis de esta crisis.

Fuente: http://pedrovaquero.wordpress.com/

¿Qué son los mercados financieros y la especulación financiera?


¿Qué son los mercados financieros y la especulación financiera?

Alberto Garzón Espinosa (ATTAC)

Sobre estos temas: deuda pública, especulación financiera, mercados financieros, regulación financiera, ventas a corto.

De entre todos los conceptos que ahora pululan en todos los debates políticos, y que antes estaban prácticamente reservados para los debates técnicos entre economistas, hay uno de especial interés que conviene ayudar a clarificar: el de los mercados financieros.
En efecto, hoy los mercados financieros están en todas partes (televisión, prensa, e incluso en los bares), pero en general todavía hay un amplio desconocimiento acerca de lo que son realmente y cómo funcionan.
Por eso he decidido hacer unas breves anotaciones que puedan ayudar a resolver algunas dudas importantes.
¿Qué es un mercado?
En primer lugar conviene recordar que el término mercado hace referencia al espacio, físico o virtual, en el que se encuentran compradores y vendedores de algún bien o servicio.
Es decir, existe mercado allí donde se intercambien productos entre dos partes, la que los compra y la que los vende, y por ende cualquier producto tiene su mercado.
Eso significa que si nosotros queremos vender nuestro viejo libro de economía neoclásica, porque ya no nos sirve, lo que tenemos que hacer es ir a un mercado donde podamos encontrar compradores para el mismo.
Lógicamente no vamos a ir al banco a venderlo. Lo que hacemos es buscar un mercado de libros de segunda mano.
Cuando vamos directamente a la librería de segunda mano lo que estamos haciendo es ir a un mercado, el de los libros de segunda mano, porque sabemos que esa librería actuará de intermediario. La librería se encarga de reunir a compradores y vendedores y tratar de ir realizando transacciones a cambio de una comisión.
La librería te compra el libro a 5 euros y lo vende a 7 euros. Actúa como intermediario y como creador de mercado puesto que en sí misma la librería es el mercado. Puede haber muchas más librerías de ese tipo en la misma ciudad, e incluso librerías online, y al negocio completo lo llamamos en abstracto el “mercado de libros de segunda mano”.
La liquidez y el precio en un mercado
Cuanta más participación haya en un mercado mayor capacidad tendremos nosotros para poder comprar y vender nuestros bienes y servicios.
Si resulta que hay pocos vendedores y pocos compradores de libros el mercado será lento e ineficiente.
Si queremos vender nuestro manual de economía neoclásica y resulta que dentro de los pocos compradores potenciales de libros no hay ninguno al que le interese la economía no podremos realizar la venta. Eso significa que seguiremos esperando un comprador con nuestro libro en la mano.
Se dice entonces que el mercado es poco líquido, es decir, que la capacidad de convertir los bienes en dinero constante y sonante es muy reducida.
Si por el contrario hubiera muchos vendedores y muchos compradores sería mucho más sencillo encontrar otra persona que quisiera nuestro libro, por lo que quizás en muy poco tiempo obtendríamos el dinero.
Y de la relación entre el número de compradores y el número de vendedores surgen los precios.
A partir de la siguiente regla: a mayor demanda, mayor precio (y mayor oferta, menor precio).
Si, por ejemplo, vamos con nuestro libro de economía a una librería especializada en física es probable que no encontremos compradores y que el intermediario -sabedor de ello- no quiera comprarnos el libro o nos ofrezca por él un precio muy bajo, digamos de 1 euro.
Si en cambio nos dirigimos a una librería especializada en economía entonces allí sí habrá muchos compradores y, por lo tanto, demanda.
Si quisiéramos vender nuestro libro directamente a los compradores, éstos competirían entre sí por ofrecer el mejor precio con el que convencernos. Exactamente como en una subasta. Así que el intermediario -sabedor de ello también- nos ofrecerá por nuestro libro un precio mucho más alto, digamos de 5 euros.
Cada mercado tiene sus participantes
En el mercado de libros de segunda mano suelen participar únicamente individuos particulares que desean comprar y vender libros, pero no participan bancos, empresas o agentes económicos más grandes. Eso es porque cada mercado suele tener sus propios tipos de participantes.
El mercado inmobiliario, por ejemplo, hace referencia al espacio donde se encuentran compradores y vendedores de viviendas. Ahí ya no sólo encontramos a particulares sino que también encontramos en ambas partes (la del comprador y vendedor) a los bancos, a grandes empresas o incluso al Estado.
Todos esos agentes negocian los precios con los que comprarán y venderán las viviendas.
Y esto es muy importante porque todos esos agentes que no son individuos, y debido a su poderío económico, pueden modificar el mercado con facilidad.
Precisamente porque tienen la capacidad económica, ya que manejan grandes sumas de dinero, pueden comprar y vender de forma estratégica, buscando ser favorecidos en las transacciones.
Por ejemplo, los bancos actualmente tienen en España un gran stock de viviendas en venta pero que no consiguen vender. Pero en España también hay gente que quiere comprar viviendas.
La clave está en que los precios de oferta y los precios de demanda no coinciden, es decir, que por lo que los compradores están dispuestos a pagar es mucho menor que por lo que los vendedores están dispuestos a vender. Si los bancos bajaran los precios de las viviendas entonces los compradores podrían estar de acuerdo.
Los bancos, además, reducen artificialmente la oferta de viviendas al no poner en venta muchas de las viviendas que tienen y creando de esa forma una escasez aparente para mantener los precios altos.
Y esto es crucial.
Cuando hay pocos participantes en el mercado (en una de las partes) o un participante es muy poderoso económicamente puede influir mucho en cómo evolucionan las transacciones. Digamos que puede influir en la oferta y en la demanda, y por lo tanto en los precios.
Los tres o cuatro bancos más grandes pueden ponerse de acuerdo para no bajar los precios de las viviendas y mantenerse esperando que los compradores se atrevan a ofrecer más, o bien pueden también comprar masivamente casas para elevar artificialmente el precio (ya que sube la demanda).
El mercado de deuda pública
Todos los mercados a los que antes hemos hecho referencia son mercados de bienes físicos. Ahora vamos a adentrarnos en los mercados financieros, es decir, en aquellos en los que se negocian títulos que conllevan compromisos futuros de pago.
El más conocido por su radiante actualidad es el mercado de deuda pública.
El mercado de deuda pública es el mercado donde se encuentran por una parte los países que necesitan financiación y, por otra, los inversores que están dispuestos a proporcionarles esa financiación. Ya sabemos que cuando un Estado tiene déficit (menores ingresos que gastos) necesita pedir prestado, y una de las formas para hacerlo es emitiendo títulos de deuda pública.
Esos títulos que emite son comprados por inversores que lo que están haciendo en realidad es prestar al Estado ese dinero a cambio de que en un plazo de tiempo determinado el Estado les devuelva ese dinero junto con un porcentaje de intereses. Al porcentaje de intereses se le llama rentabilidad.
Como todos los Estados tienen necesidad de endeudarse el mercado de deuda pública está siempre muy activo, especialmente en tiempos de crisis. Hay mucha oferta (títulos de deuda pública de diferentes países) y mucha demanda (inversores que buscan rentabilidad segura, puesto que se supone que los títulos de deuda pública son los más seguros; si no paga el Estado es que la cosa está verdaderamente mal).
Y en este mercado los participantes son fundamentalmente los grandes inversores financieros (banca y fondos de inversión gestionados por ellos), y no ya tanto los particulares (que en cualquier caso pueden participar).
Si nosotros somos el gestor de un fondo de inversión de un banco, es decir, una persona que tiene a su cargo una gran cantidad de dinero que quiere revalorizar, esto es, convertir en más dinero, tendremos que valorar si nos conviene invertir en el mercado de deuda pública.
Y si decidimos que sí debemos también decidir qué títulos concretos de deuda pública comprar. Por eso vamos al mercado de deuda pública y vemos qué ofrecen los diferentes países.
El sistema de venta de títulos es por subastas, aunque hay varios tipos de subastas así como también hay varios tipos de títulos y vencimientos (plazos de devolución), así que cada país ofrece un precio por sus títulos de deuda. Los inversores buscan siempre los títulos más baratos porque son los que ofrecen más rentabilidad.
Se sigue el siguiente razonamiento: menor precio refleja más inseguridad y mayor rentabilidad. Si el precio es bajo significa que hay pocos compradores y eso significa que la gente no se fía suficiente de que se les devuelva el dinero, por lo que esos compradores exigen una rentabilidad más alta.
Si un país, por ejemplo España, ofrece títulos y en la subasta van pocos compradores entonces tendrá que bajar el precio de sus títulos y, por ende, subirá la rentabilidad de los mismos, es decir, pagará más en concepto de intereses por cada título que venda a los inversores.
En realidad cada país está haciendo sus subastas y llamando de esa forma a los inversores.
Y los resultados de esas subastas son diferentes según los países, diferencias de las cuales nacen conceptos como el de “prima de riesgo” (que cuantifica la diferencia de rentabilidad ofrecida por los países respecto de Alemania, que es el país con una economía más sólida).
Se supone entonces que los precios de los títulos reflejan los fundamentos de la economía o, más concretamente, la capacidad que cada país tiene para devolver el dinero. Pero en realidad no sólo depende de eso.
La especulación en el mercado de deuda pública
Sabemos entonces que por un lado tenemos a la oferta (países) y por otro lado a la demanda (los inversores), que se reúnen en el mercado de deuda pública para negociar.
Unos buscan financiación y otros la ofrecen a cambio de un porcentaje en intereses y el compromiso de devolución del dinero prestado. Y como en todo mercado también se puede influir en él para crear unas mejores condiciones que te favorezcan.
Supongamos ahora que soy un inversor. Concretamente soy Jorge Soros, gestor de un fondo de inversión multimillonario. Me levanto por la mañana y miro en las pantallas de mi oficina cómo están los indicadores fundamentales de la economía (crecimiento, inflación, etc.), las noticias de última hora (las declaraciones de los gobiernos, por ejemplo), las subastas de deuda pública programadas para hoy y también los mercados secundarios de deuda pública (que son los lugares donde se compran y venden los títulos de deuda pública por segunda y más veces; como los libros de segunda mano pero en títulos).
Entonces planeo mi estrategia. Como gestiono un fondo multimillonario tengo capacidad para mover el mercado, es decir, mi oferta de compra o venta es tan cuantiosa que es prácticamente la totalidad del mercado. Si decido comprar títulos de deuda pública de España eso incrementará la demanda y eso mandará una señal al resto de inversores: la gente está comprando títulos de España, lo que quiere decir que se fían de ellos y por lo tanto son más seguros.
En consecuencia el precio subirá y la rentabilidad caerá. España podrá conseguir dinero más barato (pagará menos en concepto de intereses). Pero claro, ¿para qué yo, Jorge Soros, voy a querer comprar títulos que me den poca rentabilidad? Tengo mejores planes, concretamente imitar la estrategia que un tal George Soros hizo en el Reino Unido en los noventa y que hizo a un país entero ceder ante él (ver aquí).
Lo que hago como inversor es lo siguiente. Voy al mercado secundario de deuda pública y pido prestados muchos bonos, una gran cantidad.
Cuando tengo todos esos bonos voy preparando el terreno para el ataque, lo que consigo gracias a la publicación de rumores y exageraciones (“España va mal”, “sus cuentas no salen”, “los planes no funcionan”, “se necesitan más recortes”, etc.) y cuando los tambores de guerra han sonado suficiente… en ese momento vendo masivamente todos los títulos que me han prestado a un precio de 1.000 euros el título.
Entonces el resto de inversores que están también mirando sus pantallas ven lo siguiente: noticias de desconfianza en España y un número bestial de venta de títulos de deuda pública.
Esos inversores razonan pensando que los inversores están vendiendo títulos de deuda pública porque no se fían, y entonces todos hacen lo mismo. Se produce una estampida con muchas decisiones de venta que hacen bajar los precios. Y cuando los precios han bajado mucho aparezco yo otra vez, Jorge Soros, y los compro masivamente a 200 euros el título.
Consecuencias de todo el proceso: yo vendí los títulos a 1.000 euros y los compré a 200 euros. Como eran prestados también tendré que pagar un poco en concepto de intereses a la hora de devolverlo, pero seguiré ganando.
Y la otra consecuencia es que España está bajo ataque permanente y en la próxima subasta que haga los inversores le exigirán mucha mayor rentabilidad porque en teoría el mercado (secundario de títulos) está reflejando que no garantiza bien la devolución de los títulos, es decir, que su política económica debe cambiar para asegurar más confianza.
Es entonces cuando llegan los planes de ajuste “impuestos” por los mercados financieros y el ya conocido “chantaje de los mercados“.
Los agentes financieros y las operaciones especulativas
Como nuestro yo del ejemplo, Jorge Soros, está repleto el sistema financiero. Y no es para menos puesto que la única lógica del capital financiero (ese dinero que busca transformarse en más dinero) es ni más ni menos que buscar las oportunidades de mayor rentabilidad y, si es posible, crearlas.
Los especuladores son en realidad los propios inversores, no son una figura distinta, ya que su lógica es lo único que cuenta. Y como tales operan como los tiburones: huelen sangre (por ejemplo cualquier noticia real de una economía, tal como las trampas contables de Grecia) y atacan sin piedad extorsionando hasta el límite.
No hay inversores buenos ni inversores malos: son todos inversores operando con sus propias reglas, por supuesto inmorales y antisociales (pues sólo responden ante la rentabilidad). Es un capitalismo de hipercompetencia (leer esto para ver ejemplos y entender la lógica) y sólo los más “listos” ganan.
Los mercados financieros no son entes abstractos como nos hacen creer, y tampoco son entidades divinas que nos dicen lo que está bien y lo que está mal. Son simples jugadores de casino aprovechando su inmenso poder para hacer y deshacer la economía mundial, sin atender a las consecuencias.
Durante más de treinta años de hegemonía del neoliberalismo estos agentes (bancos, fondos de inversión, grandes empresas, etc.) han creado las condiciones para explotar mucho más este negocio.
Han desregulado los mercados, permitiendo su expansión a todos los niveles y eliminando casi todas las normas que limitaban diferentes prácticas, y han creado productos financieros complejos con los que seguir jugando más y más para seguir respondiendo al mismo objetivo.
El ejemplo de Jorge Soros es uno más entre tantas otras formas de manipular un mercado cualquiera. Y las conspiraciones no hacen falta cuando todos los inversores se aprovechan de esas situaciones en las que quien paga al final es el Estado.
Por todo esto, y por mucho más, estamos completamente legitimados cuando decimos que en este mundo, nuestro mundo de hoy y no el del siglo XIX, la clase dominante que se parapeta tras los bancos y fondos de inversión, está explotando y desplumando a las clases populares.
Y como dijo el multimillonario Warren Buffet “la lucha de clases sigue existiendo, pero es la mía la que va ganando”. Para cambiar ese hecho creo que necesitamos empezar a comprender la esencia de los fenómenos que están detrás de cada paso de regresión social.

PUBLICADO POR ARGENPRESS EN 13:54:00
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